Saludos desde la cara
oculta de la Luna. Como cada domingo por la noche, me dispuse a ver el programa
Cuarto Milenio, dirigido por el periodista Iker Jiménez. Sé que algunos
pensarán qué hago viendo semejante cosa, pero uno tiene sus contradicciones, y
no puedo negar que el programa me gusta. Además, es una plataforma ideal para
conocer cómo anda el mundo del maguferío, porque de buen seguro que magufada
que salga, magufada que será debidamente publicitada en su espacio, así que
serán muchas las veces que me leáis cosas sobre este programa.
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Aquí, el que va a acabar con nosotros |
El caso es que ayer me
encontraba frente al televisor, bien parapetado en mi comodísimo sofá del IKEA,
y expectante sobre lo que hablarían. El tema del debate era “tormentas
solares”. “Bien”, pensé. “Esto va a ser interesante”. Como siempre, el programa
hace una breve introducción sobre el tema que se tratará, para después dar paso
al periodista que, con su peculiar estilo de serial de los años cuarenta, nos
va metiendo en situación con grandilocuentes y apocalípticas frases del tipo
“¿nos ocultan la verdad? ¿Está la Humanidad en peligro?” para acto seguido dar
voz a un científico de los de verdad, que nos explica un poco de qué va el tema
de hoy. Ayer, esta tarea estaba en manos de José Manuel Nieves, científico
responsable del área de ciencia y tecnología del diario ABC, y asiduo
colaborador del programa. Ante la pregunta “¿qué le pasa al Sol?”, Nieves
expuso de forma breve, clara e inteligible para cualquier mortal lo que le
ocurría al sol: nada que no le haya estado pasando desde hace miles de millones
de años. El Sol ahora mismo se encuentra en un período de máxima actividad
dentro de su propio ciclo, pero ni es el único, ni probablemente sea el más
fuerte que haya en toda su vida. La particularidad es que hoy en día podemos
medirlo. Además, esta actividad puede ser un problema para la tecnología de la
Tierra, ya que hasta ahora no nos habíamos enfrentado a una situación de estas
características dependiendo tanto de los aparatos eléctricos. Continuaba Nieves
exponiendo que una tormenta solar de grado “x”, esto es, el grado más alto
dentro de la escala de medida de este tipo de eventos, podría dejar a ciudades
enteras sin electricidad y sin comunicaciones, lo que provocaría el caos, y,
por supuesto, la muerte de muchas personas. Concluía el científico su
exposición anunciando que, si bien ya han habido incidencias en la India,
Australia y la China por tormentas solares que afectaron a las radios en los
últimos meses, se espera que el período de máxima actividad sea entre finales
del presente año, y todo el que viene. Hasta aquí, todo parecía normal, pero la
despedida de Jiménez no pudo ser más adecuada: “¿los mayas tendrían razón?”.
Vaya, que ya había dejado caer el “misterio” como si tal cosa…
Después de esta
interesante exposición, el periodista vitoriano nos anunció con gran boato que
a continuación se pasaba al debate donde hablarían cuatro “expertos”, eufemismo
para decir “siento a mis coleguitas para que hablen de lo que les dé la gana,
por la ley de L’Oreal”, en donde se volvería a debatir sobre lo que acababa de
exponer Nieves, no sin antes volver a lanzar al aire, en su tono de serial, conspiratorias preguntas del tipo “¿hay algo más? ¿nos están ocultando cosas?”.
La mesa, como siempre,
no tiene desperdicio. A la siniestra de Iker, como aquellos condenados por la
mano de Dios, se encuentran José Miguel Gaona, psiquiatra, y Alberto Jiménez,
director del observatorio de Soria. Y a su diestra sienta a los expertos de
verdad en el tema: Javier Sierra, el famoso yolosetodista que, casualidades de
la vida, es consejero de una revista en donde se hacía un amplio dossier del
siguiente tema del programa (la “maldición” de Tut Ank Amón), y el ínclito,
inefable y prístino prócer de las conspiranoias patrias, Enrique de Vicente
que, curiosamente, hace un par de meses escribía un amplio dossier sobre el
tema en su revista “Año/Cero”, y que, también casualidades de la vida, es
editor de una revista cuya editorial dio la primera oportunidad profesional
como periodista de lo “oculto” a Carmen Porter, esposa del conductor de Cuarto
Milenio, pero esto es otra historia, y será ampliamente estudiada en otro artículo. Lo que
importa de verdad es que, de los cuatro sentados a la mesa para hablar de
tormentas solares, sólo uno era astrónomo. El resto, sabían de tormentas
solares lo mismo que yo de macramé.
En cualquiera de los
casos, no os aburriré con el contenido del debate, y quien quiera escucharlo,
que vaya a internet, que seguro que lo encuentra, pero sí me detendré en
algunas pinceladas que se dijeron ayer, y que demuestran lo sumamente peligroso
que es dar púlpito público, como es un
plató de televisión, a ciertos personajes. Enrique de Vicente, que hace tiempo que perdió
todo contacto con la realidad, comentaba durante el debate que las tormentas
solares pueden afectar a la salud del ser humano, y que prueba de que esto es
así, son la cantidad de muertes masivas que hubo durante todo el año pasado de
algunas especies de animales, y se basa para decir esto en una investigación
sobre la radiestesia llevada a cabo por Yves Rocard y en un panfleto
informativo editado por la NASA en donde se explica qué hacer si somos víctimas
de una tormenta solar de grado X que nos dejara sin electricidad e
incomunicados. En el primero de los casos dice algo así como que la radiestesia
está comprobada científicamente [sic] por lo que es lógico pensar que el magnetismo solar nos afecte a la salud, y usa el segundo para decir que, cómo
no, la NASA sabe algo que no nos quiere contar, y para curarse en salud publica
el panfleto. Además, durante el debate también hablan del fenómeno de grupos de
delfines varados en las playas como “consecuencia” de esas tormentas.
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Gráfica de extinciones masivas |
Lo que de Vicente
parece ignorar, es que el Sol lleva sufriendo estos ciclos de picos y valles en
su actividad durante cerca de cinco mil millones de años, y teniendo en cuenta
que los puntos de máxima actividad se dan con una media de 11,2 años terrestres,
esto nos da que el Sol ha pasado por esta situación, al menos, cuatrocientos
cincuenta millones de veces. Si realmente las muertes de estos animales
tuvieran que ver con el Sol, haría mucho tiempo que la vida se habría
extinguido en nuestro planeta, y en cambio sabemos que la vida se ha visto en
serio peligro en unas contadas cinco ocasiones -lo cual no es moco de pavo-, siendo la peor de todas ellas la Gran Mortandad del Pérmico-Triásico, hace unos 250 millones de años,
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Las "trampas siberianas" |
y en donde el
Sol no tuvo nada que ver, así como en ninguna de las otras. Además, el mencionado
periodista demuestra su ignorancia en zoología al comentar lo de las muertes
masivas de animales, y no darse cuenta de que en la Naturaleza existen
especies, como las palomas o las tortugas marinas, cuyo cerebro se encuentra
provisto de cristales de magnetita que las ayudan a orientarse. Si esto
realmente afectara a los animales hasta el punto de matarlos, ¿no habrían sido
las primeras especies en extinguirse completamente las palomas y las tortugas
marinas, al volverse locas por el chute/sobredosis de magnetismo? Haciendo esta
pequeña reflexión, se habría ahorrado mucho tiempo, creo yo… De igual forma, el
hecho de que en una playa del Brasil aparezcan un grupo de delfines varados,
cuando nunca en esa playa había ocurrido no es significativo de nada más que de
que en esa playa era la primera vez que ocurría algo así. Pero todos sabemos
que no es la primera vez que ocurre, y ha seguido ocurriendo incluso durante
los períodos valle de la actividad solar. Si el Sol fuera el responsable, sólo
ocurriría durante los períodos de máxima actividad, ¿no? Y es que toda la vida en la Tierra se ha desarrollado soportando el propio campo magnético que ésta tiene, con lo cual no somos ajenos a esta radiación.
José Antonio, "Cara al Sol" |
Por último, me hizo
mucha gracia constatar que, cuando se hablaba de la incidencia que puede tener
una tormenta de estas características en nuestra tecnología, los elegidos
sentados a la diestra comenzaron a pontificar en plan “¡el mundo se acaba! ¡La
NASA lo sabe y no nos dice nada! ¡Vamos a morir!”. Bien, el caso más extremo
del que se tiene noticia de la incidencia de una tormenta solar sobre nuestra
civilización es el evento Carrington de 1859, en donde los sistemas de
telégrafo de América del Norte y Europa quedaron seriamente dañados, y se
vieron auroras en latitudes tan bajas como Madrid, Roma, La Habana o Honolulú.
Este evento se toma como ejemplo de lo que puede ocurrir, porque fue la primera
vez que se midió este efecto. Pero como todo, no podemos pensar que cada vez
que haya una tormenta solar pasará lo que ocurrió entonces. Los estudios en las
muestras de hielo de los Polos demuestran que este tipo de catástrofes se dan
una vez cada quinientos años aproximadamente, con lo que, hablando en términos
humanos, estamos bastante lejos de que nos pueda ocurrir ahora. Además, parecen
olvidarse que la Tierra, gracias a su núcleo interno de hierro sólido, genera
un potentísimo campo magnético que desvía gran parte de estas tormentas, y las
partículas que no puede desviar, caen normalmente hacia los Polos terrestres,
donde, como todos sabemos, aparte de los agujeros para entrar al subsuelo de la
Tierra Hueca (según dicen algunos “hespertos” en “jeolojía”), no hay nada más
que hielo, osos polares y pingüinos.
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Esquema de la magnetosfera terrestre |
Bromas aparte, la
magnetosfera terrestre tiene una extensión de unos 80.000 km en la zona de choque
entre la Tierra y el Sol, y se extiende más allá de los 300.000 km en la zona
opuesta debido a la deformación que sufre el campo magnético por la acción del
viento solar. En cualquier caso, una tormenta solar demasiado fuerte puede
alterar el tamaño de la zona de choque reduciéndolo considerablemente, y
provocando que nos llegue mucha más cantidad de partículas que de costumbre.
Durante el evento Carrington se calcula que la extensión de la zona de choque
cayó de los 80.000 a los 8.000 km, motivo por el que se cree que la red de
telégrafos se averió y hubo electrificación en la atmósfera. Aún así, el ser humano (y el resto de especies) continuó viviendo.
Dicho esto, y para
concluir con el tema, después de ver el programa me quedaron claras tres cosas:
que el Sistema Solar es un lugar dinámico donde pasan cosas, y nosotros no
somos ajenos a nada de esto; que la ignorancia es tan atrevida que incluso se
permite cuestionar lo que personas con conocimiento de lo que dicen exponen,
sin ruborizarse ni un poquito; y que hay algunos que, para ganarse los
garbanzos, son capaces de decir a grito pelado que hay una tetera orbitando
Urano, pero que la NASA nos lo oculta.
Nos vemos en la cara
oculta de la Luna.
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