miércoles, 28 de marzo de 2012

¡Que nos tostamos!


Saludos desde la cara oculta de la Luna. Como cada domingo por la noche, me dispuse a ver el programa Cuarto Milenio, dirigido por el periodista Iker Jiménez. Sé que algunos pensarán qué hago viendo semejante cosa, pero uno tiene sus contradicciones, y no puedo negar que el programa me gusta. Además, es una plataforma ideal para conocer cómo anda el mundo del maguferío, porque de buen seguro que magufada que salga, magufada que será debidamente publicitada en su espacio, así que serán muchas las veces que me leáis cosas sobre este programa. 

Aquí, el que va a acabar con nosotros
El caso es que ayer me encontraba frente al televisor, bien parapetado en mi comodísimo sofá del IKEA, y expectante sobre lo que hablarían. El tema del debate era “tormentas solares”. “Bien”, pensé. “Esto va a ser interesante”. Como siempre, el programa hace una breve introducción sobre el tema que se tratará, para después dar paso al periodista que, con su peculiar estilo de serial de los años cuarenta, nos va metiendo en situación con grandilocuentes y apocalípticas frases del tipo “¿nos ocultan la verdad? ¿Está la Humanidad en peligro?” para acto seguido dar voz a un científico de los de verdad, que nos explica un poco de qué va el tema de hoy. Ayer, esta tarea estaba en manos de José Manuel Nieves, científico responsable del área de ciencia y tecnología del diario ABC, y asiduo colaborador del programa. Ante la pregunta “¿qué le pasa al Sol?”, Nieves expuso de forma breve, clara e inteligible para cualquier mortal lo que le ocurría al sol: nada que no le haya estado pasando desde hace miles de millones de años. El Sol ahora mismo se encuentra en un período de máxima actividad dentro de su propio ciclo, pero ni es el único, ni probablemente sea el más fuerte que haya en toda su vida. La particularidad es que hoy en día podemos medirlo. Además, esta actividad puede ser un problema para la tecnología de la Tierra, ya que hasta ahora no nos habíamos enfrentado a una situación de estas características dependiendo tanto de los aparatos eléctricos. Continuaba Nieves exponiendo que una tormenta solar de grado “x”, esto es, el grado más alto dentro de la escala de medida de este tipo de eventos, podría dejar a ciudades enteras sin electricidad y sin comunicaciones, lo que provocaría el caos, y, por supuesto, la muerte de muchas personas. Concluía el científico su exposición anunciando que, si bien ya han habido incidencias en la India, Australia y la China por tormentas solares que afectaron a las radios en los últimos meses, se espera que el período de máxima actividad sea entre finales del presente año, y todo el que viene. Hasta aquí, todo parecía normal, pero la despedida de Jiménez no pudo ser más adecuada: “¿los mayas tendrían razón?”. Vaya, que ya había dejado caer el “misterio” como si tal cosa…

Después de esta interesante exposición, el periodista vitoriano nos anunció con gran boato que a continuación se pasaba al debate donde hablarían cuatro “expertos”, eufemismo para decir “siento a mis coleguitas para que hablen de lo que les dé la gana, por la ley de L’Oreal”, en donde se volvería a debatir sobre lo que acababa de exponer Nieves, no sin antes volver a lanzar al aire, en su tono de serial, conspiratorias preguntas del tipo “¿hay algo más? ¿nos están ocultando cosas?”. 

La mesa, como siempre, no tiene desperdicio. A la siniestra de Iker, como aquellos condenados por la mano de Dios, se encuentran José Miguel Gaona, psiquiatra, y Alberto Jiménez, director del observatorio de Soria. Y a su diestra sienta a los expertos de verdad en el tema: Javier Sierra, el famoso yolosetodista que, casualidades de la vida, es consejero de una revista en donde se hacía un amplio dossier del siguiente tema del programa (la “maldición” de Tut Ank Amón), y el ínclito, inefable y prístino prócer de las conspiranoias patrias, Enrique de Vicente que, curiosamente, hace un par de meses escribía un amplio dossier sobre el tema en su revista “Año/Cero”, y que, también casualidades de la vida, es editor de una revista cuya editorial dio la primera oportunidad profesional como periodista de lo “oculto” a Carmen Porter, esposa del conductor de Cuarto Milenio, pero esto es otra historia, y será ampliamente estudiada en otro artículo. Lo que importa de verdad es que, de los cuatro sentados a la mesa para hablar de tormentas solares, sólo uno era astrónomo. El resto, sabían de tormentas solares lo mismo que yo de macramé. 

En cualquiera de los casos, no os aburriré con el contenido del debate, y quien quiera escucharlo, que vaya a internet, que seguro que lo encuentra, pero sí me detendré en algunas pinceladas que se dijeron ayer, y que demuestran lo sumamente peligroso que es dar púlpito público, como es un plató de televisión, a ciertos personajes. Enrique de Vicente, que hace tiempo que perdió todo contacto con la realidad, comentaba durante el debate que las tormentas solares pueden afectar a la salud del ser humano, y que prueba de que esto es así, son la cantidad de muertes masivas que hubo durante todo el año pasado de algunas especies de animales, y se basa para decir esto en una investigación sobre la radiestesia llevada a cabo por Yves Rocard y en un panfleto informativo editado por la NASA en donde se explica qué hacer si somos víctimas de una tormenta solar de grado X que nos dejara sin electricidad e incomunicados. En el primero de los casos dice algo así como que la radiestesia está comprobada científicamente [sic] por lo que es lógico pensar que el magnetismo solar nos afecte a la salud, y usa el segundo para decir que, cómo no, la NASA sabe algo que no nos quiere contar, y para curarse en salud publica el panfleto. Además, durante el debate también hablan del fenómeno de grupos de delfines varados en las playas como “consecuencia” de esas tormentas. 


Gráfica de extinciones masivas

Lo que de Vicente parece ignorar, es que el Sol lleva sufriendo estos ciclos de picos y valles en su actividad durante cerca de cinco mil millones de años, y teniendo en cuenta que los puntos de máxima actividad se dan con una media de 11,2 años terrestres, esto nos da que el Sol ha pasado por esta situación, al menos, cuatrocientos cincuenta millones de veces. Si realmente las muertes de estos animales tuvieran que ver con el Sol, haría mucho tiempo que la vida se habría extinguido en nuestro planeta, y en cambio sabemos que la vida se ha visto en serio peligro en unas contadas cinco ocasiones -lo cual no es moco de pavo-, siendo la peor de todas ellas la Gran Mortandad del Pérmico-Triásico, hace unos 250 millones de años,
Las "trampas siberianas"
y en donde el Sol no tuvo nada que ver, así como en ninguna de las otras. Además, el mencionado periodista demuestra su ignorancia en zoología al comentar lo de las muertes masivas de animales, y no darse cuenta de que en la Naturaleza existen especies, como las palomas o las tortugas marinas, cuyo cerebro se encuentra provisto de cristales de magnetita que las ayudan a orientarse. Si esto realmente afectara a los animales hasta el punto de matarlos, ¿no habrían sido las primeras especies en extinguirse completamente las palomas y las tortugas marinas, al volverse locas por el chute/sobredosis de magnetismo? Haciendo esta pequeña reflexión, se habría ahorrado mucho tiempo, creo yo… De igual forma, el hecho de que en una playa del Brasil aparezcan un grupo de delfines varados, cuando nunca en esa playa había ocurrido no es significativo de nada más que de que en esa playa era la primera vez que ocurría algo así. Pero todos sabemos que no es la primera vez que ocurre, y ha seguido ocurriendo incluso durante los períodos valle de la actividad solar. Si el Sol fuera el responsable, sólo ocurriría durante los períodos de máxima actividad, ¿no? Y es que toda la vida en la Tierra se ha desarrollado soportando el propio campo magnético que ésta tiene, con lo cual no somos ajenos a esta radiación.


José Antonio, "Cara al Sol"
Hasta aquí, el tema era más o menos coherente, en tanto que todos estaban de acuerdo con que la tecnología se vería afectada, y excepto las excentricidades expuestas más arriba, no se había salido el tema mucho de madre. Pero llegó el momento en que se abría la caja de Pandora cuando, una vez más, el editor de la revista Año Cero suelta que, atención, los ciclos solares inciden en las revoluciones mundiales. Es decir, que los períodos de revolución se han dado siempre durante ciclos de máxima actividad solar. ¡Toma ya! Rápidamente, me fui a la enciclopedia a mirar las fechas de las revoluciones que había sufrido la Humanidad. Cabe destacar, como anécdota, que si tenemos en cuenta que el período máximo de actividad es de media cada once años aproximadamente, me resultó gracioso descubrir que tanto 1792 (la Revolución Francesa) como 1968 (el famoso mayo francés) coincidían con época de intensidad máxima. Pero claro, yo lo estaba haciendo usando una media. La realidad nos dice que estos períodos varían de 9 a 14 años, por lo que pudo ser que en esas épocas hubieran tormentas solares, o no. Nunca lo sabremos. Lo que me llama la atención de todo esto, es que se use una fecha histórica, y se quiera incrustar de cualquier manera sobre el hecho de que el Sol estuviera haciendo de las suyas. La pregunta casi es mucho más sencilla que la anterior: ¿Por qué no coincide la fecha de la Revolución Rusa, 1917, que fue decisiva en el devenir de la sociedad moderna? ¿Y 1914, comienzo de la I Guerra Mundial? ¿Y 1939, comienzo de la II Guerra Mundial? Incluso las revoluciones de la Primavera Árabe, que comenzaron no en 2011 en Túnez, como todo el mundo cree, sino en el 2000 en Palestina con la Segunda Intifada ¿por qué tampoco coincide esto? No coincide, porque no tienen nada que ver, porque las revoluciones se dan de forma espontánea cuando las condiciones sociales y económicas de una región incitan a la gente a movilizarse. Y además, éstas nunca son de carácter global, como se presumiría de una revolución provocada por una tormenta solar, la cual afecta a todo el planeta.

Por último, me hizo mucha gracia constatar que, cuando se hablaba de la incidencia que puede tener una tormenta de estas características en nuestra tecnología, los elegidos sentados a la diestra comenzaron a pontificar en plan “¡el mundo se acaba! ¡La NASA lo sabe y no nos dice nada! ¡Vamos a morir!”. Bien, el caso más extremo del que se tiene noticia de la incidencia de una tormenta solar sobre nuestra civilización es el evento Carrington de 1859, en donde los sistemas de telégrafo de América del Norte y Europa quedaron seriamente dañados, y se vieron auroras en latitudes tan bajas como Madrid, Roma, La Habana o Honolulú. Este evento se toma como ejemplo de lo que puede ocurrir, porque fue la primera vez que se midió este efecto. Pero como todo, no podemos pensar que cada vez que haya una tormenta solar pasará lo que ocurrió entonces. Los estudios en las muestras de hielo de los Polos demuestran que este tipo de catástrofes se dan una vez cada quinientos años aproximadamente, con lo que, hablando en términos humanos, estamos bastante lejos de que nos pueda ocurrir ahora. Además, parecen olvidarse que la Tierra, gracias a su núcleo interno de hierro sólido, genera un potentísimo campo magnético que desvía gran parte de estas tormentas, y las partículas que no puede desviar, caen normalmente hacia los Polos terrestres, donde, como todos sabemos, aparte de los agujeros para entrar al subsuelo de la Tierra Hueca (según dicen algunos “hespertos” en “jeolojía”), no hay nada más que hielo, osos polares y pingüinos. 

Esquema de la magnetosfera terrestre
Bromas aparte, la magnetosfera terrestre tiene una extensión de unos 80.000 km en la zona de choque entre la Tierra y el Sol, y se extiende más allá de los 300.000 km en la zona opuesta debido a la deformación que sufre el campo magnético por la acción del viento solar. En cualquier caso, una tormenta solar demasiado fuerte puede alterar el tamaño de la zona de choque reduciéndolo considerablemente, y provocando que nos llegue mucha más cantidad de partículas que de costumbre. Durante el evento Carrington se calcula que la extensión de la zona de choque cayó de los 80.000 a los 8.000 km, motivo por el que se cree que la red de telégrafos se averió y hubo electrificación en la atmósfera. Aún así, el ser humano (y el resto de especies) continuó viviendo.

Dicho esto, y para concluir con el tema, después de ver el programa me quedaron claras tres cosas: que el Sistema Solar es un lugar dinámico donde pasan cosas, y nosotros no somos ajenos a nada de esto; que la ignorancia es tan atrevida que incluso se permite cuestionar lo que personas con conocimiento de lo que dicen exponen, sin ruborizarse ni un poquito; y que hay algunos que, para ganarse los garbanzos, son capaces de decir a grito pelado que hay una tetera orbitando Urano, pero que la NASA nos lo oculta. 

Nos vemos en la cara oculta de la Luna.

domingo, 25 de marzo de 2012

¡Saludos desde la cara oculta de la Luna!

Así pretendo abrir este espacio de reflexión personal que espero sea del agrado de muchos y muchas, y que se mantenga en el tiempo. 

La actual crisis sistémica que vivimos está haciendo que surjan de las profundidades de las alcantarillas miríadas de oportunistas que pretenden hacer negocio con la miseria humana, desesperanzados y asustados como estamos ante la incertidumbre de lo que nos puede venir. Cuadernos de la Luna Oscura tratará de poner un ojo más de vigilancia para denunciar todo este tipo de atropellos y así, si bien no pretendo erigirme en defensor de las causas de nadie, tratar de aportar mi grano de arena para que la Humanidad aprenda a pensar de forma crítica y constructiva, libre de los yugos dogmáticos de religiones y supersticiones. La verdadera libertad sólo se podrá conseguir cuando el ser humano sea capaz de pensar por sí mismo, apoyado en las evidencias y hechos que para ello se nos da como instrumentos, y sin miedo a las repercusiones que esto pueda tener en una ulterior vida trascendental poco menos que dudosa. Y es que la evolución, que tanto nos ha ayudado a llegar donde estamos, también nos ha jugado alguna que otra mala pasada dotándonos de una imaginación tan fructífera como real. 

Espero que entréis, que os pongáis cómodos, y os abráis una cervecita, os pongáis un vino y unas aceitunas, a la espera de que esto arranque definitivamente. 

Magufos y conspiranóicos del mundo, recordad que se os vigila desde la cara oculta de la Luna.